jueves, 26 de agosto de 2010

EL BASURERO MÁS GRANDE DEL MUNDO

He leido que varios basureros compiten por ser el más grande del mundo, pero uno de los más opcionados es el de Bordo Poniente, situado en las afueras de ciudad de México, cuya extensión es de 1000 hectáreas en parte de las cuales se apilan desechos hasta alcanzar alturas de 15 metros.

Cuando leí cifras acerca de ese enorme botadero no pude menos que asombrarme y sentir pesar. Dicen las estadísticas que cada día se arroja allí el triple de residuos que Bogotá y cada diez días se acumulan allí basuras que podrían llenar por ejemplo el estadio de Saltlake en Calcuta cuya capacidad es para 120000 espectadores. Millones de personas ya han sido de una manera u otra perjudicadas por esa asquerosa mezcla de inmundicia.

Pero lo más triste de todo no es ni siquiera esto. Lo más triste es que el Bordo Poniente es un chiste al lado de lo que se ha venido denominando el “Vórtice de Basura del Pacífico” o el ¨Gran Parche de Basura del Pacífico” o la “Gran Mancha de Basura del Pacífico”, una especie de mazamorra plástica justo por debajo de la superficie del Océano Pacífico entre California, Hawai y Japón en una extensión calculada por unos como igual al estado de Texas y por otros como igual a Estados Unidos (!), y la cual llega a tener entre 10 y 15 metros de espesor, distribuido en dos porciones, una al oeste y otra al este de Hawai. El científico estadounidense Charles Moore hace cálculos de aprximadamente 100 millones de toneladas de desperdicios esparcidas en esa inmensa extensión, convirtiendo este gigantesco fenómeno en el basurero más grande, jamás imaginado por la humanidad.

Esa sopa está compuesta por toda clase de desechos plásticos, polietileno, botellas y contenedores, bidones, envases de poliestireno expandido, trozos de espuma de poliuretano, trozos de redes de pesca de polipropileno y desechos de cabos de cuerda, además de conos de tráfico, mecheros desechables, neumáticos y cepillos de dientes, filtros de cigarrillo, paquetes de toda clase, entre otros. Dicen los entendidos que se producen en el mundo 100 millones de toneladas de compuestos plásticos al año de los cuales el 10% van a parar al océano, es decir, alrededor de 10 millones de toneladas al año, 2 millones de ellas arrojadas allí por grandes barcos, cruceros y plataformas, y el resto provenientes de tierra firme.

La gravedad del problema está no sólo en el hecho de que el plástico, como sabemos, no se biodegrada o lo hace muy lentamente, llegando unicamente a partirse en trozos cada vez más pequeños al grado de poderse consumir por especies marinas y aves, y aun por humanos mismos, con las pésimas consecuencias que ello conlleva (se estima por Greenpeace que más de un millón de aves marinas y unos cien mil mamíferos marinos y tortugas mueren cada año por ingestión de plásticos o estrangulamiento), sino, sobre todo, en el hecho de que la producción de plástico aumenta y el océano sigue recibiendo cada vez mayores cantidades de eso, haciendo que las proyecciones sean cada día más y más desastrosas.

Imposible de recoger, imposible de enterrar en el mismo lugar, imposible de tratar, imposible de sellar dentro de ninguna clases de geomembrana, esa gran “sopa plástica” permanecerá girando y girando debido a las caprichosas corrientes marinas, erigiéndose en uno de los monumentos más tristemente célebres de la humanidad, esperando que los avances tecnológicos del mundo puedan algún día mermar los efectos debastadores de su existencia.

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