jueves, 15 de diciembre de 2011

¡CELEBREMOS A JESÚS!

¡Celebremos 
a Jesucristo!






Carlos Mauricio Iriarte

Bogotá, Colombia

© 2017 by Carlos M Iriarte
All rights reserved.

ISBN 978-1-365-91838-4

Las citas bíblicas son tomadas de la Reina Valera 1960, Sociedades Bíblicas Unidas, a no ser que se indique otra fuente.

Printed in Colombia.


INTRODUCCIÓN


Celebrar la navidad es de las cosas que más nos gusta a muchos en todo el mundo.  Lo hacemos de diversas maneras, gozamos la época con muchas cosas y nos parece que es un tiempo especial pero muchas veces no somos lo sufi-cientemente conscientes de la razón de ser de estas celebraciones y de cómo gozarnos mejor estas fiestas.

Estoy seguro de que este libro nos dará una nueva perspectiva de estas celebraciones de-cembrinas.



Gracias
Dedico este escrito a todas las familias que, con alegría, celebran la navidad.


1

CAPÍTULO ÚNICO: 
¡CELEBREMOS 
A JESUCRISTO 
EN ESTA NAVIDAD!

Hay abundante literatura no concluyente sobre la fecha del nacimiento de Jesucristo, pero en la Biblia nunca se menciona dicha fecha con exactitud.  Al-gunos dicen que fue en marzo, otros en primavera, otros antes de empezar las lluvias de octubre, otros más osados el 29 de septiembre del año 2 A.C., etc.; pero lo que podemos concluir es que todo indica que la fecha de nacimiento de Jesús no podría ser el 25 de diciembre por varias razones que no nos deten-dremos a analizar.  Simplemente traigamos a cola-ción lo que escribió Joseph Mede : “Cuando ocurrió el nacimiento de Cristo, toda mujer y todo niño iban a ser censados en la ciudad a la cual pertenecían, a algunas de las cuales habían largas jornadas; pero a mediados del invierno no era la época apropiada para tales asuntos, especialmente para una mujer embarazada ni para que viajaran los niños.  Por tan-to, Cristo Jesús no pudo nacer en la mitad del in-vierno.  Además, en el tiempo de nacimiento de Cristo Jesús, los pastores permanecían afuera para cuidar sus rebaños en las horas de la noche, pero no era probable que ocurriera esto a mediados del in-vierno.  Si alguien cree que el viento en invierno no era tan difícil de soportar en estas regiones que re-cuerde las palabras de Cristo en el evangelio: ´orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno´.  Si el invierno era un tiempo tan malo para huir, parece que no era un tiempo adecuado para que los pastores permanecieran en los campos ni para que viajaran las mujeres y los niños”. Esto lo escribió Mede, ha-ciendo referencia a las Escrituras que nos enseñan en Lucas 2 del 8 al 12: “En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños.  Sucedió que un ángel del Señor se les apareció.  La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.  Pero el ángel les dijo: No tengan miedo.  Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.  Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.  Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño en-vuelto en pañales y acostado en un pesebre´.”

Y si el nacimiento de Jesucristo no fue el 25 de diciembre, ¿por qué razón lo conmemoramos en esa fecha?  Al parecer la primera vez que se mencionó el 25 de diciembre como la fecha en que Jesús nació fue en el Calendario de Filócalo, en el año 354 D.C.  Posteriormente esa fecha del 25 de diciembre fue aceptada oficialmente por “los padres de la iglesia” como la fecha oficial del nacimiento de Jesús en el año 440 D.C., al parecer como un “sincretismo” con la fiesta de la Saturnalia celebrada en el Imperio Romano por la época del solsticio de invierno, lo que convierte a estas festividades para algunos en “fiestas paganas”.  

Bueno, pero dejémonos de teorías que solo nos distraen en discusiones interminables y concentré-monos en lo fundamental.

Lo fundamental aquí no es discutir sobre todos esos detalles. Lo fundamental aquí no es discutir.  Es mucho más provechoso y edificante hablar acerca de la Verdad que es Cristo Jesús.

Lo que realmente importa sobre estas festivida-des es que así no celebremos en la fecha exacta de sus cumpleaños, en esta época festejamos o recor-damos un acontecimiento histórico y espiritual muy  importante para la humanidad, como quiera que en todo el mundo se hace referencia a los hechos antes de El y después de El: el nacimiento de nuestro Sal-vador y Redentor, el Señor Jesucristo, el mismo Dios Creador quien se hizo carne con el propósito eterno  de consumar Su obra perfecta en la cruz y resucitar de entre los muertos para volver a la gloria que tenía con el Padre antes de que el mundo fuese (Juan 17:5).    Este último es el punto.  

La Biblia dice en Juan 1:1 y siguientes: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.  Este era en el principio con Dios.  Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.  En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Pa-dre), lleno de gracia y de verdad”.

¡Dios mismo entre nosotros!  “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quie-nes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria…” (Colosenses 1:26).

Jesucristo nace con un propósito extraordinario para usted y para mi: Salvarnos, darnos vida eterna y regalarnos todo por Amor.  Él vive una vida sin pe-cado y transforma completamente a la humanidad.  Es, además, el hombre más importante de la historia del mundo en todas sus épocas.  Alguien sin igual.  Incomparable.  Fue concebido y nació de una mane-ra sobrenatural, pues el mismo Espíritu Santo lo engendró y su madre era virgen, es decir no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre.  Cris-to Jesús vivió de una manera perfecta, como ningún otro hombre.  No hay registros en la historia de la humanidad de un hombre tan santo, tan noble, tan misericordioso, tan sabio, tan inteligente, tan influ-yente  en los más altos propósitos, tan impecable.  Carnegie Simpson escribió: “Si leyéramos su nom-bre en un lista que empezara con Confucio y termi-nara con Cervantes sentiríamos que sería más una ofensa a la decencia que a la ortodoxia.  Jesús no es tan sólo un miembro del grupo de los más grandes.  Podremos hablar de Alejandro el Grande, de Carlos el Grande y de Napoleón el Grande, pero Jesús se mantiene aparte.  Jesús no es el grande, es el Úni-co…  Charles Lamb una vez dijo que si Shakespeare entrara en esta habitación, todos nos levantaríamos para saludarlo, pero si Jesús entrara todos caeríamos al suelo y trataríamos de besar el borde de sus vesti-dos.  Napoleón Bonaparte dijo de Él: -Yo conozco a los hombres, y les puedo decir que Jesucristo no era un simple hombre.  Entre Él y cualquier otro ser humano en el mundo entero no existe punto de com-paración posible.   Alejandro, César, Carlomagno y yo hemos formado imperios.  Pero, ¿sobre qué des-cansan estas creaciones?  Sobre la fuerza.  Jesucristo fundó su imperio sobre el Amor; y en este momento hay millones de personas listas a morir por Él”. 

Podríamos citar a muchos más, creyentes y no creyentes enemigos de Jesucristo y la conclusión sería la misma: Jesucristo es sobre todo, es Único, no tiene comparación.  Hizo lo que nadie más ha hecho ni podrá hacer: derrotar el enemigo más temi-do de los hombres: la muerte.  Pronunció las pala-bras más profundas y más grandes que cualquier ser humano pueda oír.  Tanto que Él mismo dice: “Cielo y tierra pasarán, pero Mis Palabras no pasarán” (Lu-cas 21: 33).

Hoy Sus palabras son la más leídas, las más creí-das, las más seguidas, las más amadas, las más pu-blicadas, las más traducidas, las más hermosas, las más extraordinarias, las más influyentes.  Jesucristo es el Único Todopoderoso personaje de la historia, pues sin armas, sin poder político, rechazado por la mayoría de su pueblo en su época, sin extravagan-cias, pasó de ser un guía espiritual de 12 hombres a ser el único Dios reconocido por miles de millones de personas.  Él satisface, como ninguno, las necesi-dades espirituales de los hombres.  Sin creer en Él, el universo y la vida se convierten en algo vacío, triste, frío, sin esperanza, sin propósito.  Creyendo en Él, toda la historia, el universo, la vida tienen una expli-cación satisfactoria, un eterno propósito, sentido completo.

Hay cientos de profecías acerca de Él en el Anti-guo Testamento.  Muchas cumplidas con exactitud y otras que se cumplirán, también con exactitud, porque ¡Él vuelve en el momento menos pensado!

A uno le parece al principio cuando lee esto del cumplimiento de las profecías acerca de Él que es algo importante pero no tanto.  Sin embargo lo invi-to a imaginarse a una amiga soltera que pueda estar embarazada dentro de 10 años y a hacer sobre el bebé que nacerá profecías sobre el lugar de su naci-miento, su ascendencia, el nombre que llevará, el sobrenombre que le pondrán, si algún amigo lo trai-cionará por cuánto dinero lo hará, el tiempo exacto de su muerte, cómo morirá, si se partirá algún hueso, entre quienes lo enterrarán y qué pasará con sus vestidos después de su muerte.  Son solo 10 cosas sobre su vida las que usted intentará profetizar.  Las probabilidades de que acierte exactamente con ellas  son muchísimas, pero muchísimas menos de las que tendría un huracán que al pasar por uno de esos in-mensos basureros de chatarra que hay en Estados Unidos ¡dejara perfectamente construido un Jet Boeing 747!  Por eso es tan sorprendente leer algu-nas de esas profecías sobre Cristo Jesús en el Anti-guo testamento: Él sería un descendiente de Abraham (Génesis 22: 18, Mateo 1: 1); Él sería un descendiente de Isaac (Génesis 21: 12; Lucas 3: 23-34); Él sería un descendiente de David (2 Samuel 7: 4-5,12-13; 1 Crónicas 17: 11-14; Salmos 132: 11; Lucas 1: 32-33, 67-69; Hechos 2: 29-30; Mateo 1:17; Romanos 1:3); Él nacería en Belén (Miqueas 5: 2; Mateo 2: 4-6; Juan 7: 42). Él sería de Nazaret y lo llamarían Nazareno (Mateo 2: 23; Lucas 1: 26-27; Juan 1: 45; Jueces 13: 5-7 y 24); el tiempo de Su crucifixión era conocido: 483 años después del de-creto para construir el templo y los muros de la ciu-dad de Jerusalén, el cual se expidió en el año 444 A.C. (Daniel 9:25; Nehemías 2:1-8; 5:14); Él nacería de una virgen (Isaías 7:14; Mateo 1:20-23; Gálatas 4:4; Génesis 3:15); Su nombre sería Emmanuel.  Emmanuel significa "Dios con nosotros." (Isaías 7: 14; Mateo 1: 21-23); Su nombre sería el Mesías (de Israel).  La palabra Cristo en español viene de la palabra griega Christos que quiere decir "El Ungi-do".  Christos en griego es la palabra Mashiach en hebreo que también quiere decir "El Ungido".  La palabra Mashiach quiere decir "Mesías" que es Yes-hua (Daniel 9: 25-26; Juan 1: 41); Él sería precedido por un mensajero (un tipo de Elías conocido como Juan) el Bautista quién prepararía el camino del Se-ñor (Malaquías 3: 1; Lucas 1: 13 y 76; Mateo 11: 7-10); Él hablaría en parábolas (Salmo 78: 2-4; Mateo 13: 34-35); Su ministerio sería sanar al enfermo, poner en libertad a los cautivos, y predicar la libera-ción  (Isaías 61: 1-2; Lucas 4: 16-21; Mateo 4: 23; 9: 34-35; Hechos 2: 22; 10: 38); ninguna palabra mala procedería de Su boca (Isaías 53: 9; Lucas 23: 41; 1 Pedro 2: 21-22; 2 Corintios 5: 21); Sus discípulos lo desampararían (Zacarías 13: 7; Mateo 26: 31-35 y 56); Él entraría a Jerusalén montado en un asno (Za-carías 9: 9; Mateo 21: 5); Él sería traicionado por un amigo (Salmo 41: 9; Juan 13: 18-21); Él sería vendi-do por 30 piezas de plata (Zacarías 11: 12; Mateo 26: 14-16); el precio pagado por la traición se daría para el campo de un alfarero (Zacarías 11: 13; Mateo 27: 3; 7-10); Él moriría por nuestros pecados (Isaías 53: 5; 1 Corintios 15: 3; 1 Pedro 2: 24); de Él se burlarían (Salmo 22: 7-8; Mateo 27: 39-43); Él mo-riría con los transgresores (Isaías 53: 12; Marcos 15: 27-28); Él haría intercesión por sus asesinos (Isaías 53: 12; Lucas 23: 34); Él sería escupido (Isaías 50: 6; Mateo 26: 67, 27:30); se le daría vinagre para beber (Salmo 69: 21; Mateo 27: 34 y 48); Él no abrió Su boca cuando fue acusado (Isaías 53: 7; Ma-teo 26: 63-64; 27: 12-14); Sus vestidos serían repar-tidos a suertes (Salmo 22: 18; Mateo 27: 35); ni un hueso se rompería en Él (Salmo 34: 20; Juan 19: 33-36); Él sería traspasado (Zacarías 12: 10; Juan 19: 34-37); Él sería enterrado con el rico (Isaías 53: 9; Mateo 27: 57-60); Su alma no sería dejada en el infierno (Salmo 16: 10; 49: 15; 56: 13; Hechos 2: 27-31; 13: 33-35); Él sería resucitado de los muertos (Salmo 16: 10; Lucas 24: 6; 31-34; Hechos 2: 27-31; 13:35; Él resucitaría al tercer día de la tumba (Jonás 1: 17; 1 Corintios 15: 4; Lucas 24: 45-46; Mateo 12: 40); Él ascendería al Cielo (Salmo 68: 18; Hechos 1: 9; Lucas 24: 50-51).

En la Página web https://www.volviendoalabiblia.com.mx/Herramientas/ConfiarenlaBiblia.pdf, se hace una referencia al libro de Peter Stoner La Ciencia Habla, editado por Moody Publisher en 1958, haciendo la siguiente reflexión: «Hallamos que la probabilidad de que cualquier hombre que hasta ahora haya vivido pudiese haber cumplido las ocho profecías es de 1 en 10 elevaod a la potencia 17. Esto corresponde a 1 dividido 100 000 000 000 000 000. Para ayudarnos a comprender lo abrumadoramente bajo de esta probabilidad, Stoner la ilustra suponiendo que ´tomamos 10 elevado a la potencia 17 monedas de dólares de plata y los repartimos sobre el estado de Texas. Cubrirían todo el estado con una profundidad de 60 centímetros. Ahora marcamos una sola de las monedas y la mezclamos bien con las otras, en todo el estado. Cubrimos los ojos de un hombre y le decimos que puede viajar tan lejos como quiera, pero tiene una sola oportunidad para levantar una moneda y que sea la marcada. ¿Qué probabilidad tendría de acertar? Exactamente la misma probabilidad que hubiesen tenido los profetas de escribir estas ocho profecías y que todas ellas se cumpliesen por azar en un mismo hombre cualquiera. Stoner considera 48 profecías y dice: "Hallamos que la probabilidad de que cualquier hombre cumpliese las 48 profecías es de 1 en 10 a la potencia 157, o 1 dividido 100 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000. El número total estimado de electrones en todo el universo es de aproximadamente 10 elevado a la potencia 79. Debiera ser muy evidente que Jesús no cumplió las profecías por accidente”. 

Este es el Cristo Jesús que debemos celebrar en las navidades.  El mismo Dios creador del cielo y de la tierra y de todo lo que en ellos hay que se hizo hombre, habitó entre nosotros y pagó el precio de nuestros pecados, sufriendo esa horrible muerte de cruz para consumar su más precioso regalo a la hu-manidad: la salvación.  Lo hizo por Amor, para que los que en Él creamos no muramos sino que tenga-mos vida eterna (Juan 3:16).

La única condición de Dios para salvarnos y dar-nos vida por la eternidad es creer en Él, en Jesucris-to, poner toda nuestra confianza en Él, dejar que entre a nuestro corazón como Señor y Salvador, confesarlo con nuestros labios como Señor y Dios, y creer en nuestro corazón que Dios le resucitó de entre los muertos.  No hay más requisitos.  

La salvación, Dios mismo la diseñó y la da a no-sotros como un favor inmerecido al poner toda nues-tra confianza en Jesucristo y confesarlo como Señor, “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).  No depende de nosotros, no depende de las obras buenas que hagamos, no depende de lo buenas personas que creamos ser.  Él lo hizo todo en la cruz por mi y ustedes.  Todos mis pecados y los suyos fueron re-mitidos a la Cruz y Él pagó con Su propia muerte por todos mis pecados y los suyos. En la Cruz Él hizo una obra completa de Salvación que incluye, sanidad, prosperidad, santificación, justificación, sabiduría, provisión de todo lo que nos haga falta.

Si usted no ha dado ese paso aún, sepa que Dios le dice, a través de las Escrituras, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6: 2).  Si usted no ha dado ese paso aun, le animo a que aproveche esta navidad para celebrar a Jesucristo de la manera en que Él lo está esperando y lo estableció: entregándole su corazón y su vida.  Rindiéndose completamente a Él.  Sólo le bastará pronunciar en voz audible la siguiente oración, ha-ciéndolo de todo corazón: “Maravilloso Jesucristo: Te acepto en mi corazón como mi Señor y Salva-dor, como mi único Dios resucitado y vivo.  Acep-to, Cristo Jesús, el regalo hermoso de la vida eterna que me ofreces.  Me rindo a ti. Confieso con mis labios que Tu eres el Señor y creo en mi corazón que Dios te levantó de entre los muertos.  Te pido que gobiernes de ahora en adelante mi vida.  Gracias por tu perdón y tu perfecta e infi-nita Gracia.  Amen”.

Si usted lo hizo, no solamente ha celebrado de la mejor manera esta navidad sino que ha provocado la más gloriosa celebración en los cielos en esta época de navidad porque lo dicen las Escrituras y es cierto: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15: 10).

De ahora en adelante recordará, y celebrará tam-bién, que usted nació de nuevo en esta época, que desde esta época Dios le dio una nueva naturaleza de hijo amado.  Usted ha recibido la abundancia de la Gracia y el regalo de la Justicia por lo que juntamen-te con Cristo Jesús a partir de ahora ¡reina en vida!

Celebrará para siempre que en esta navidad,  in-merecidamente, recibió el regalo más maravilloso de todos, de la  mano  del mismo Rey, Dios y Señor Todopoderoso: ¡la vida eterna!

Celebrará, entonces de ahora en adelante que Cristo Jesús, el Salvador llegó a la historia de su vida para transformarla completamente y darle la victoria sobre toda circunstancia.

A partir de esta navidad vivirá agradecido porque ahora tiene  un Padre Bueno quien tiene cuidado de su vida y Quien cuando lo ve a usted no ve sus im-perfecciones sino que ve a Su Hijo Amado, Cristo Jesús, Señor nuestro, quien de ahora en adelante vive Su vida a través de usted!

¡Feliz Navidad!

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