lunes, 26 de enero de 2009

ANN NIXON COOPER

En estos dos meses ella ha sido protagonista, foco de atención, sujeto de columnas, escritos y menciones. Entrevistada como una vedette.

Ann Nixon Cooper es una americana cualquiera con algunas características que la hacen especial. Cuando uno piensa en ella, piensa en gente del común, gente de esa con la cual uno se cruza en las avenidas de las grandes ciudades que no llaman la atención para nada pero que portan en su haber una historia plagada de sucesos, testimonios y experiencias maravillosas y únicas. Seguramente es esa mezcla de anonimato y peculiaridad la que maravilla tanto y la hacen una mujer de forzosa referencia por estos días.

Ann Nixon nació en Shelbyville (Tenessee), el 9 de enero de 1902 y su vida transcurrió en el siglo más asombroso en avances tecnológicos y científicos, así como en reivindicaciones sociales que ha tenido la humanidad. Su historia es la misma historia del siglo XX y sus ojos vieron con asombro la aparición del avión, el helicóptero, el tractor, el semáforo, el scooter, la lavadora, la aspiradora, el radar, los satélites, las naves espaciales, el cajero automático, el bolígrafo, el cine, la penicilina, los trasplantes de órganos, el láser, la polaroid, el bombillo, la aspirina, la televisión, el computador, internet, la ingeniería genética, el bikini, el microondas, la energía nuclear, el etanol y tantos otros inventos cuya lista es interminable.

A nivel social Ann Nixon tuvo que vivir en carne propia las degradantes humillaciones a las que eran sometidos la mujer y los miembros de la raza negra, así como la felicidad siempre incompleta por la conquista de sus derechos. Recordemos que desde inicios del siglo XX hasta Martin Luther King, ante la imposibilidad de los estados para desconocer la igualdad de derechos de todas las razas, ellos recurrieron a la política de “Segregación” resumida en el lema popular de “separados pero iguales”, por medio de la cual negros y blancos tenían los mismos derechos pero las oportunidades de ejercerlos eran aberrantemente desiguales. Por otro lado, hacia el año 1917, dieciséis estados, incluido Nueva York, ya habían concedido a la mujer el derecho de votar, pero la Constitución de los Estados Unidos de América no fue reformada para conceder el derecho al voto de la mujer sino hasta después de la Primera Guerra Mundial. Ella es una prueba viviente de la esperanza que supo encarnar muy bien Barak Obama y que será puesta a prueba durante los cuatro próximos años.

Cuando termine el mandato Obama, si Dios se lo concede, Anne Nixon tendrá 110 años y habrá vivido la experiencia de haber sido gobernada por el primer presidente de Estados Unidos perteneciente a su raza. No sabemos si en esa época ella seguirá sonriendo con orgullo por el desempeño de su ídolo político y estará dispuesta a concederle con su voto un segundo periodo de gobierno o será de aquellos profundamente decepcionados y tristes por un gobierno que no pudo ejecutar con sus políticas lo que fogosa y elocuentemente planteó en sus discursos. Lo único que sí sabemos es que Anne Nixon Cooper pasará a la historia como una mujer común y corriente que representó toda una era y que tuvo el honor de haber sido mencionada en el discurso de la victoria por el presidente más popular y carismático que hasta ahora ha tenido su país. Y aunque la historia se ocupará más de su presidente que de ella, ella le dará eternamente gracias a Dios por haberle permitido contribuir a la construcción de de este momento estelar de su país y del mundo, y estar ahí. Ella sabe, pues lee y cree en la Biblia, que lo demás es algo que en años nadie leerá, a lo cual nadie hará referencia y nadie recordará porque "Todo mortal es como hierba, y toda su gloria como flor del campo; se seca la hierba y se cae la flor, pero la palabra del Señor permanece para siempre."