lunes, 16 de febrero de 2009

INCENTIVAR EL CONSUMO

Gran debate hay hoy en todo el mundo sobre las mejores fórmulas para relanzar la economía y sortear la enorme crisis económica que empieza a hacer estragos en todos lados. Los economistas, los políticos, los empresarios y en fin toda la clase dirigente del globo terrácleo busca ideas para empujar los hogares a gastar, a consumir, a comprar. Las iniciativas van desde regalarle plata a la gente pobre, hasta subir los salarios.

En Taiwán, por ejemplo, hace poco, se implantó la medida de distribuir entre más de 23 millones de ciudadanos una especie de bono de consumo válido hasta el 31 de septiembre de 2009, por valor de 110 dólares cada uno con el único fin de reactivar la afligida economía nacional y retomar el rumbo de la normalidad. La noticia que circuló en el mundo fue la del propio presidente taiwanés Ma Yingjeou retirando los bonos y prometiendo gastarlos inmediatamente en artículos de consumo que regalaría a algunos menos favorecidos. De ese programa se colgaron los gobiernos regionales y locales que enseguida idearon campañas para atraer consumidores oriundos de otros sitios mediante la puesta en circulación de otros bonos locales que se sumarían a los anteriores bajo la condición de ser gastados en la ciudad o departamento emisor, o mediante la promoción de llamativos sorteos entre los consumidores, siempre y cuando los bonos sean gastados totalmente en sus jurisdicciones.

Parecida medida se planea en Estados Unidos a través del aumento de las llamadas “Food Stamps”, tarjetas débitos o cupones de comida, inventados en 1939 para ayudar a las familias víctimas de la gran depresión y que son válidos para comprar en buena parte de los supermercados por parte de la población pobre y desempleada subsidiada por el gobierno. La cobertura actual debe estar por el orden de los 27 millones de habitantes, de los cuales casi la mitad son niños.

Otra medida tenida en cuenta hoy es la de aumentar la cobertura de los beneficiarios de seguros y/o subsidios contra el desempleo para contrarrestar de esa forma el duro golpe que produce a cualquier economía la pérdida de puestos de trabajo, manteniendo a los nuevos desempleados, durante un tiempo determinado, provistos de ingresos económicos que les permitan seguir sobreviviendo mientras encuentran un nuevo empleo. En Colombia existe el famoso subsidio a los desempleados desde la Ley 789 de 2002, pero hay que decirlo, con un resultado muy pobre (desde el 2003 al 2007 se han entregado solamente 351.000 subsidios por un valor de 207 mil millones de pesos) debido sobre todo a la cantidad de requisitos para obtenerlo y al bajo monto establecido. Esta medida existe ya en Estados Unidos donde precisamente en este año se dispararon las solicitudes y en donde hoy reciben este tipo de ayudas más o menos unos 5 millones de personas.

El aumento general de los salarios, empezando por los salarios mínimos, ha sido la medida siempre reclamada por todos los sindicatos del mundo y hoy, por fin, desde la década de los treinta, es mirada con optimismo por la clase dirigente mundial como un recurso que puede ayudar efectivamente a sortear la crisis. Sin embargo, las empresas de todo el mundo alegan la propia crisis económica para rehuir el tema y al contrario se muestran radicalizadas en la tendencia a disminuir sus costos laborales, tal vez ahora para provocar una intervención más decidida de los estados a través de políticas de subsidio que hagan posible tomar este tipo de medidas.

Las últimas medidas discutidas son la baja de los impuestos directos y la disminución de los impuestos al consumo o al valor agregado. En lo que respecta a los primeros fue el mismo presidente Obama que empezó a mover el tema desde la campaña al prometer una reducción del orden de 500 dólares por contribuyente y 1.000 dólares por pareja. Esta medida es recomendada por el FMI para el cual, además, ella debe ser generalizada, oportuna, durable y sostenible. En cuanto a la reducción de los impuestos al consumo o al valor agregado, ello se considera una vía expedita para provocar una baja de precios al consumidor final e incentivar, de esa forma, el consumo. Un ejemplo de esta medida fue la tomada por Inglaterra a finales del año pasado al bajar el impuesto al consumo en un 2%, con lo cual se espera obtener un aumento de un punto en la tasa de crecimiento económico en ese país. ¡Amanecerá y veremos!

La discusión de todas estas medidas deberá ser rápida porque el tiempo se agota y la crisis se propaga a pasos agigantados, causando ya destrozos que si se dejan llegar a cierto punto serán no sólo devastadores sino casi irreversibles.

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